SANTA CRUZ PRESIDENTE DE BOLIVIA

(4 de mayo de 1829-20 de febrero de 1839)

Secciones

Anarquía Luego De La Renuncia De Sucre (ver—>)
Presidencia De Pedro Blanco Soto (ver—>)
Santa Cruz Presidente De Bolivia (ver—>)
VPrimeros Pasos Para Exoandir Su Poder (ver—>)

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ANARQUÍA LUEGO DE LA RENUNCIA DE SUCRE

(1 de agosto de 1828 al 26 de diciembre de 1828)

Entre la renuncia de Sucre, motivada por la invasión peruana, y la elevación de Blanco, pasaron por la presidencia los militares José María Pérez de Urdininea, osé Miguel de Velasco Franco, y José Ramón de Loayza Pacheco. Finalmente, se reunió el Congreso y eligió a Santa Cruz como presidente provisorio de la República y a Velasco como vicepresidente. Este debía hacerse cargo de la presidencia mientras durase la ausencia del general Santa Cruz, que en esos momentos estaba en Chile desempeñando una comisión diplomática por cuenta del gobierno peruano. Gamarra, que divisaba en Ballivián un opositor a sus propósitos y desconfiaba de Velasco, le impuso la colaboración de Olañeta como ministro del interior y de Blanco como jefe de las tropas.

Llenados así los principales puntos contenidos en el tratado de Piquiza, el congreso pidió a Gamarra que desocupase el territorio de la república, Gamarra entonces se hizo pagar todos los gastos de la ocupación del territorio boliviano y en una nota dirigida el 3 de septiembre de 1828 al ministro de relaciones exteriores, anunció que el ejército peruano

«habiendo llenado sus deberes de arrojar del país a una dominación extranjera, se iba satisfecho por dejar a la nación hermana en el goce de sus propios destinos»

y al mismo tiempo enviaba a Cochabamba una carta al general Blanco, en la que le comunicaba las más completas instrucciones para obrar contra el orden establecido y , contra el ejército. Le decía:

«(…)Sólo fío en el patriota honrado, en el amante de su patria, en el digno general Blanco (…). Contando con que he pedido que el comandante Ballivián sea separado de la cabeza de su batallón, dígame usted si se considera capaz de sostener la marcha liberal de Bolivia contra los partidos, y en una palabra, si usted se halla capaz de conservar el orden, y aun de auxiliarme con dos mil hombres en caso necesario. Así contaremos con los felices resultados; si no, es necesario decidirse a una variación para sacar fuera del país a los sospechosos. En este caso usted debe ponerse a la cabeza del gobierno (…) Si este proyecto le parece bueno dígamelo usted por conducto de persona segura, clara y terminante. Hablaré más claro: usted solo merece la confianza pública y la mía (…) ».

Y en otra carta fechada de La Paz el 24 de septiembre, insistía en asegurarle que Velasco le merecía poca confianza y le impartía instrucciones precisas para hacerle la revolución y cambiar de empleados, caso de que no se prestasen a secundar sus planes. Blanco respondió que estaba de acuerdo, con esos planes.

No bien hubo salido el ejército peruano de Bolivia cuando se produjo en La Paz la revolución del coronel Loayza, a la cual se ha atribuido, por los historiadores bolivianos Sánchez de Velasco, Cortes y Guzmán, el propósito de unir el departamento de La Paz al Perú en confabulación con Gamarra, Lo original de esta sublevación estuvo en que en marcha el gobierno sobre La Paz premió a Loayza haciéndole general de división y prefecto de Chuquisaca; debido, quizá, a la influencia del principal consejero del presidente Velasco que era el tribuno Casimiro Olañeta, coludido entonces con Gamarra.

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PRESIDENCIA DE PEDRO BLANCO SOTO

(26 de diciembre de 1828 al 1° de enero de 1829)

Libre ya el país de la presencia del invasor, el congreso reunido el 16 de diciembre de 1828 hubo de ocuparse de la renuncia que el general Velasco, que ya conocía los propósitos de Blanco, hizo de la presidencia provisoria. La mayoría, instruida ya en sus propósitos, pronuncióse en favor de una nueva elección y eligió el 17 de diciembre al general Pedro Blanco como presidente de la república.

La designación de Blanco causó profundo disgusto, no sólo en los partidarios del nacionalismo, todos amigos de Sucre, sino en los militares contrarios a la ingerencia de Gamarra en los negocios interiores del país.

El general Blanco se hallaba ausente de Chuquisaca cuando fue elegido y se apresuró en restituirse a la ciudad, donde hizo su entrada el 25 de diciembre de 1828; el 26 juró el mando en el Congreso, pidiéndole ese mismo día una ley para amnistiar a todos los desterrados por delitos políticos, y en seguida dictó una disposición separando del ejército a todos los militares y jefes que se habían mostrado partidarios de la política de Sucre, y despidiendo a los funcionarios públicos que manifestaban iguales tendencias.

Sólo cinco días llevaba el presidente de ejercer el mando cuando, el 31 de diciembre, promovieron un motín tres de los jefes destituidos:, los coroneles Ballivián, Armaza y Vera, quienes sublevaron los cuerpos de su mando, atacaron el palacio de gobierno y redujeron a prisión al presidente junto con varios de sus colaboradores.

Después de algunos incidentes con la Asamblea, que nuevamente nominó presidente a Velasco

«entretanto que esta Asamblea delibere lo conveniente a la salud pública»,

Blanco fue asesinado en la noche del 1° de enero de 1829. Entonces Velasco anuló por su decreto del 31 de enero los actos de la Asamblea y, declarando en vigor el régimen establecido por el primer congreso del año anterior, llamó al general Santa Cruz como presidente de la República.

La invasión peruana dejó un profundo surco de rencor y de humillación. Gamarra a pesar de sus enfáticas declaraciones de abstencionismo y de generosidad, dio alas a la ambición del general Blanco. influyó para que se colocara a amigos suyos en la administración pública y así influyó en la política boliviana. Años más tarde, en una carta a su amigo Malavia, Gamarra se quejaba de que Santa Cruz hubiera despojado a esos amigos suyos.

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SANTA CRUZ PRESIDENTE DE BOLIVIA

Santa Cruz, antes de aceptar la presidencia de Bolivia, había pedido el consentimiento de la Comisión Permanente del Perú diciendo .

«Los vínculos que me ligan al Perú me hacen ver sus intereses como los de Bolivia y si algo me lisonjea en la elección con que ahora se me ha honrado es verme en estado de llevar a efecto mis más ardientes anhelos, trabajando igualmente por la causa de ambas repúblicas.»

El gobierno del Perú le concedió el permiso para que conservara la ciudadanía del Perú y su grado militar.

Al viajar a Bolivia para sumir la presidencia, Santa Cruz se quedó en Arequipa y entró en activa correspondencia con sus amigos y partidarios en Bolivia. Cuando tuvo conocimiento cabal de la tragedia de Chuquisaca, se apresuró a ultimar los trabajos secretos que venía realizando con el concurso de algunas personalidades peruanas descontentas con el gobierno de Lima, que dejaba descuidados los departamentos del Sud, y sus esfuerzos hallaron acogida en esos centros, cuya expectativa se basaba en que, caso de realizarse una fusión de las dos repúblicas, llegarían ellos a constituir, en fuerza de su posición geográfica y su identidad racial, el núcleo dominante de la federación al unirse con los departamentos bolivianos de la Paz, Oruro y Cochabamba. Se fundaron logias secretas parecidas por su ritual a las masónicas, y una de ellas, “Independencia Peruana”la más activa y poderosa, , fue la encargada de enviar agentes propagandistas a los centros donde debía hallar ambiente el proyecto.

Así las cosas, en los primeros días de abril se presentó en Arequipa una delegación enviada a Santa Cruz por los altos poderes y el gobierno de Bolivia, y cuyos representantes le llamaron “hombre necesario” en el país y le invitaron “a salvar a Bolivia”, y no permitir “que los infelices bolivianos giman por más tiempo bajo el peso del infortunio”.

Y Santa Cruz prometió acudir al llamado “de la tierra en que nació” aunque sintiendo desligarse del Perú, al que le ataba “la gratitud y también la sangre”. El 2 de mayo de 1829 salió de Arequipa, llegó a La Paz el 19 y el 24 presentó el juramento de ley ante el prefecto de aquella ciudad, don José Ballivián, uno de los jefes amotinados y cómplices de los sucesos en Chuquisaca.

El desbarajuste del país era palpable en esta época, pues desde la partida de Sucre casi nadie se había preocupado de los asuntos administrativos y de buen gobierno. Las rentas nacionales apenas bastaban para cubrir los gastos improrrogables; el ejército estaba desorganizado y ensoberbecido por considerarse la piedra angular del progreso del país, en tanto el odio entre las facciones era intenso.

Pero no se amedrentó Santa Cruz ante la situación desastrosa del país. En una de sus cartas dirigidas al deán Córdova de Arequipa, íntimo confidente de sus planes, le decía el 26 de mayo,

“«De lo que no puedo hablar sin dolor, es del estado de confusión en que he encontrado todos los ramos de administración. La hacienda es un caos de miseria. Los ingresos están cobrados medio año anticipado, y al ejército se debe medio año; y para atender a los reclamos suyos no he encontrado en arcas un solo peso.»

Un decreto de amnistía lanzado por el gobierno para llamar a los opositores del antiguo régimen, hizo concebir en todos la esperanza de que se abriría una era de paz y concordia; más esa esperanza era anulada un poco más tarde por otro en que se amenazaba castigar con pena de muerte toda tentativa de sedición de la fuerza armada y alentaba la delación de los culpables calificándola como acto meritorio y digno de recompensa. Luego, con pretextos insignificantes proscribió a los diputados Orozco y Padilla que habían tenido un rol destacado en los acontecimientos del congreso anterior, y también al general Loayza, a quien por ley correspondía la presidencia, una vez desaparecido Blanco.

Igualmente, y como recién echase de ver la urgencia vital e ineludible de Bolivia para poseer un puerto natural y fácil sobre el Pacífico, dispuso que se declarase a Cobija puerto franco y creó en el litoral de Atacama, separado por un inmenso desierto de la parte viva de la nación, un departamento nuevo aunque de poca monta dentro del rodaje administrativo.

Económico en los gastos públicos y previsor de las necesidades colectivas, dictó varias disposiciones que incrementaron los ingresos fiscales, y, sobre todo, se apresuró en dotar al país, de una legislación completa que sustituyese a la colonial, no del todo conforme con los adelantos de la época, constituyendo para el efecto una comisión de notables jurisconsultos que concluyeron su misión promulgándose los Códigos Penal, Civil, de Enjuiciamiento y el Reglamento de Tribunales copiados de los franceses.

El estado de conmoción interna y de absoluto desbarajuste en que se hallaba el país en los momentos de su mandato, y el anhelo que en todos se manifestaba para dedicarse en paz a las necesarias labores de la reorganización, le permitieron abrogar la Constitución del año 26, sustituyéndola con un estatuto provisorio, cuyos primordiales puntos de doctrina eran:

— el acato de la religión católica;

— la defensa de la independencia nacional y

— la observancia del sistema representativo en el régimen del gobierno cuyos poderes no estaban perfectamente limitados,

asumiendo así, de un modo casi insensible, la dictadura.

Se ocupó de preferencia en regular el rendimiento de los ingresos, logrando a poco que aumentasen las rentas ciñéndose a un estricto plan de economías. De consiguiente, se regularizaron los servicios públicos, fue ya fácil atender el pago puntual de todos los servicios, y esto permitió al personal de la administración vivir con cierta holgura, e hizo que en breve se dejara sentir un común bienestar en el que todos alcanzaron a ver exclusivamente la mano del presidente.

Luego, y para evitar, se dijo, la excesiva exportación de la moneda, se le disminuyó su ley de metal fino y se acrecentó sin medida su acuñamiento, con lo que hubo una abundancia de metálico hasta entonces no vista en el país. Esto traería después graves dificultades con Perú

Atendiendo a la dificultad de los transportes y el considerable alejamiento de los puertos utilizados para el servicio del comercio exterior, favoreció en grande escala el nacimiento, y desarrollo de pequeñas industrias en el país, como el tejido de telas y la fabricación de ropas, calzados, cristales, pólvora “tan buena como la de Europa”, decía el mismo Santa Cruz en su mensaje al Congreso de 1831. Y añadía: “A excepción de los fusiles que hemos comprado del exterior, todos los demás artículos de guerra se construyen en el país, de buena calidad”.

El Congreso, formado bajo la enérgica dirección del presidente dictador, que había tomado especial empeño en hacer elegir a sus partidarios más decididos, se reunió en La Paz en los primeros días de junio de 1831 para sancionar solemnemente, el 14 de agosto, la segunda Constitución boliviana, cuyos fundamentales preceptos diferían sensiblemente de los consignados en la de 1826. Así, por ejemplo, se abrogaba la facultad vitalicia del presidente; se dividían los poderes públicos en las tres conocidas ramas del ejecutivo, legislativo, judicial y se creaba un Consejo dé Estado: medidas todas que en apariencia proclamaban los principios liberales del gobernante.

Leído su mensaje, había hecho Santa Cruz formal renuncia del mando, más la asamblea hubo de apresurarse en no dar paso a la demanda. Por medio de una nota fechada de 26 de junio alababa el mensaje presidencial en estilo pomposo:

«Aunque es tan brillante como indudable el cuadro que de la Nación ha presentado V. E., resta mucho para hacer su completa organización. (…). La suerte de 1.200,000 almas! he ahí el gran encargo que le ha confiado la divina Providencia; pero es patriota, es boliviano y procura llenar dignamente su misión celestial… »

y fue nombrado presidente constitucional el 15 de julio proclamándolo “Capitán General de los ejércitos de la República, Gran Ciudadano, Restaurador de la Patria y Presidente Constitucional de Bolivia”.

Fortalecida la dominación, Santa Cruz se entregó de lleno a, su labor administrativa y muy pronto hizo sentir su poderoso influjo en los ámbitos recónditos de la nación entera. Desaparecieron casi por completo las pequeñas fracciones que con apariencia de partidos intentaban luchar para conseguir el poder, vencidas por los halagos, el miedo o el interés, y Santa Cruz quedó como sólo árbitro de todos los destinos. Don Joaquín Tocornal, ministro de relaciones exteriores de Chile decía:

<«La República de Bolivia llama particularmente la atención de todo el que se interese en la suerte de América. Es verdaderamente admirable el orden que allí se observa y los progresos de toda especie que se hacen en su carrera política, a pesar de todos los trastornos que han agitado a sus vecinos. El nombre de Santa Cruz, a quien, en la mayor parte, se deben tantos bienes reales, se va haciendo hasta cierto punto tan célebre en su patria, como el de Washington en los Estados Unidos. Quiera el cielo conservar, un ciudadano tan interesante y proficuo.»

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PRIMEROS PASOS PARA EXPANDIR SU PODER

Consolidada su situación en el gobierno y gozando en los países vecinos de una notoriedad por muchos envidiada, dueño de un ejército aguerrido, disciplinado y relativamente numeroso, creyó llegado el momento de llevar a su realización el proyecto que, tomándolo del Libertador, había concebido de formar una confederación de Estados bastante poderosa para defenderse con éxito de cualesquiera ataques y llegar a constituir un organismo con la suficiente fuerza de atracción para imponerse a los demás.

Era el Perú el estado de sus preferencias y ambiciones. Ansiaba gobernar otra vez ese país, donde tenía muchos seguidores, particularmente en los departamentos del sur, y sus agentes hacían una activa propaganda, pero sus pretensiones se cruzaban con las de Gamarra y con la oposición a ambos de los liberales limeños.

También inició actividades tendientes a formar en el norte de argentina un estado separado de Buenos Aires, prestando apoyo a los “unitarios” que se oponían a al gobierno de Rosas, con la intención probable de incorporarlo a la Confederación.

A Chile, a principios de 1835 acreditó a Manuel dela Cruz Méndez con la finalidad ostensible de concluir el tratado ,de amistad y comercio pactado entre Chile y Bolivia, pero con la misión de remitir pertrechos de guerra a Orbegoso, ponerse en contacto con los descontentos del gobierno de Prieto y soplar en las cenizas de la anarquía chilena.

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Fuentes
Jorge Basadre: “La Iniciación de la República”
Alcides Arguedas”Historia General De Bolivia”
Francisco A. Encina: “Historia de Chile”

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@Patricio González Granifo.
Lo que por sabido se calla, por callado se olvida.
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